Gráficas . María Vanesa Heyaca
viernes, 26 de marzo de 2010
Sinópsis
En el campo de concentración de Auschwitz funciona una orquesta compuesta por reclusas ideada por el comandante del campo y dirigida por Alma Rosé (sobrina del compositor Gustav Malher, concertista de la Filarmónica y de la Ópera de Viena y líder del famoso Cuarteto Rosé).
Esta singular orquesta tiene la obligación de tocar cuando llegan grupos de deportados camino a las cámaras de gas o cuando los comandantes de las SS quieren relajarse de su ardua y macabra tarea.
Se sumará a esta orquesta Fania Fénelon, cantante y música profesional, quien, al momento de ser detenida y deportada, era una reconocida artista en la escena parisina. Por su formación musical, pasará rápidamente a formar parte de la orquesta.
Así salva su vida y la de las otras reclusas pero entabla una conflictiva relación con la directora y las demás músicas de la orquesta quienes irán dando a conocer sus historias, sus secretos y sus miserias.
“Tregua para la orquesta” no solo busca narrar, denunciar y preservar la memoria de lo acontecido en un momento histórico sino que además plantea un conflicto sobre qué valores éticos son necesarios, válidos y defendibles ante la amenaza constante de la muerte. De esta manera el conflicto de la trama se transforma en un planteo filosófico de sinuosa resolución.Es por eso que esta obra es un documento revelador del Shoá donde el patético realismo del horror inimaginable se mezcla con las pesadillas desbocadas de un grupo de mujeres que hace música para sobrevivir.
Esta singular orquesta tiene la obligación de tocar cuando llegan grupos de deportados camino a las cámaras de gas o cuando los comandantes de las SS quieren relajarse de su ardua y macabra tarea.
Se sumará a esta orquesta Fania Fénelon, cantante y música profesional, quien, al momento de ser detenida y deportada, era una reconocida artista en la escena parisina. Por su formación musical, pasará rápidamente a formar parte de la orquesta.
Así salva su vida y la de las otras reclusas pero entabla una conflictiva relación con la directora y las demás músicas de la orquesta quienes irán dando a conocer sus historias, sus secretos y sus miserias.
“Tregua para la orquesta” no solo busca narrar, denunciar y preservar la memoria de lo acontecido en un momento histórico sino que además plantea un conflicto sobre qué valores éticos son necesarios, válidos y defendibles ante la amenaza constante de la muerte. De esta manera el conflicto de la trama se transforma en un planteo filosófico de sinuosa resolución.Es por eso que esta obra es un documento revelador del Shoá donde el patético realismo del horror inimaginable se mezcla con las pesadillas desbocadas de un grupo de mujeres que hace música para sobrevivir.
“Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, sino la indiferencia. Lo contrario de la fe no es la herejía, sino la indiferencia. Lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia.”
Eli Wiesel
Críticas
Crítica por Meche Martínez publicada en el blog Vida y Amor por la palabra
Un acontecimiento histórico y tan sensible es difícil tanto de abordar como de volverse un acto artístico original. Pues bien, ´Tregua para la orquesta´ lo logra. Logra sorprender, conmover, movilizar. Un excelente escenografía (Ana Ramos) recibe a un público que, de entrada es avasallado en el primer efecto. ¡Arriba el telón!
Y las convenciones se van sumando una a una con creatividad, imaginación y muy buenas actuaciones. Cecilia Maresca y María Eugenia Heyaca, son los primeros personajes que no pasan desapercibidos ni pasarán, ya que la evolución de la historia se basa en el avance de las suyas individuales, harán que se convierta en una obra teatral de época, ajustada y criteriosa, con todos los aditamentos, incluido, los detalles de vestuario.
Creyendo que son ´privilegiadas´ el grupo de recluidas, sostienen su hambre, su dignidad y su esperanza, formando parte de una orquesta interna que jamás sonríe, no tienen por qué hacerlo, están sometidas y separadas de su tan ansiada libertad. Es así como Florette (Sol Soldano), Irene la baja, (Milagros Sáenz Briones), Anny (Valeria Felder) e Irene la alta (Mariela Jerez), crean un perfecto marco de personalidades en encierro, temores, miserias y necesidades de creer. Creen por ejemplo en Fania Fenelón (Cecilia Maresca) que las afirma en su esencia, en sus derechos y les recuerda que lo que está ocurriendo es un error irreparable de un loco que pasará a la historia como el eterno criminal y quedará enclaustrado en el infierno por siempre.
Alma Rosé (María Rosa Naldjian) es el personaje que con excelencia muestra que su amor a la música, su pasión por la orquesta, trasciende las oscuridades y en las circunstancias que se encuentra. Pertenecer al rito del holocausto, la muerte y la podredumbre del ser humano, no la aleja de su máximo deseo. Aferrada al pentagrama, sostiene y acompaña aquellos que, creídos dioses mejorando la raza, dieron paso al extermino más cruel que se pudo haber presenciado en el mundo. Sin embargo, el personaje de Alma Rosé, a pesar de su frialdad, de su ´aparente indiferencia´ logra la empatía y la piedad, pues dentro de ese lugar tan dispar, ella no perdía su objetivo y no relegó de su amor por la música… la orquesta siguió tocando.
En tanto, montados en los personajes de Mander (Taliana Kaler) y Menguele (Ramiro Calero), han conseguido el rechazo y el absoluto desprecio por dos seres que no tuvieron un mínimo de sentimiento por el ser humano. Sin duda, dos actuaciones excelentes de Kaler y Calero.
Eduardo Lamoglia, un director sin fisuras, vuelve a darle a una obra quizá común por la temática, un estilo y una estética diferente. Siempre su mirada enaltece la palabra y en su creación y su puesta, se lucen todos. Acto generoso de un director que siempre arranca el mayor potencial de sus artistas y los hace brillar.
´Tregua para la orquesta´ es una obra para ver, recomendar y no olvidar.
Un acontecimiento histórico y tan sensible es difícil tanto de abordar como de volverse un acto artístico original. Pues bien, ´Tregua para la orquesta´ lo logra. Logra sorprender, conmover, movilizar. Un excelente escenografía (Ana Ramos) recibe a un público que, de entrada es avasallado en el primer efecto. ¡Arriba el telón!
Y las convenciones se van sumando una a una con creatividad, imaginación y muy buenas actuaciones. Cecilia Maresca y María Eugenia Heyaca, son los primeros personajes que no pasan desapercibidos ni pasarán, ya que la evolución de la historia se basa en el avance de las suyas individuales, harán que se convierta en una obra teatral de época, ajustada y criteriosa, con todos los aditamentos, incluido, los detalles de vestuario.
Creyendo que son ´privilegiadas´ el grupo de recluidas, sostienen su hambre, su dignidad y su esperanza, formando parte de una orquesta interna que jamás sonríe, no tienen por qué hacerlo, están sometidas y separadas de su tan ansiada libertad. Es así como Florette (Sol Soldano), Irene la baja, (Milagros Sáenz Briones), Anny (Valeria Felder) e Irene la alta (Mariela Jerez), crean un perfecto marco de personalidades en encierro, temores, miserias y necesidades de creer. Creen por ejemplo en Fania Fenelón (Cecilia Maresca) que las afirma en su esencia, en sus derechos y les recuerda que lo que está ocurriendo es un error irreparable de un loco que pasará a la historia como el eterno criminal y quedará enclaustrado en el infierno por siempre.
Alma Rosé (María Rosa Naldjian) es el personaje que con excelencia muestra que su amor a la música, su pasión por la orquesta, trasciende las oscuridades y en las circunstancias que se encuentra. Pertenecer al rito del holocausto, la muerte y la podredumbre del ser humano, no la aleja de su máximo deseo. Aferrada al pentagrama, sostiene y acompaña aquellos que, creídos dioses mejorando la raza, dieron paso al extermino más cruel que se pudo haber presenciado en el mundo. Sin embargo, el personaje de Alma Rosé, a pesar de su frialdad, de su ´aparente indiferencia´ logra la empatía y la piedad, pues dentro de ese lugar tan dispar, ella no perdía su objetivo y no relegó de su amor por la música… la orquesta siguió tocando.
En tanto, montados en los personajes de Mander (Taliana Kaler) y Menguele (Ramiro Calero), han conseguido el rechazo y el absoluto desprecio por dos seres que no tuvieron un mínimo de sentimiento por el ser humano. Sin duda, dos actuaciones excelentes de Kaler y Calero.
Eduardo Lamoglia, un director sin fisuras, vuelve a darle a una obra quizá común por la temática, un estilo y una estética diferente. Siempre su mirada enaltece la palabra y en su creación y su puesta, se lucen todos. Acto generoso de un director que siempre arranca el mayor potencial de sus artistas y los hace brillar.
´Tregua para la orquesta´ es una obra para ver, recomendar y no olvidar.
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